Lula: ¿Mandela de América?
Manuel Díaz Aponte
Acercándose la hora cero en Brasil para la segunda vuelta electoral Lula sigue en la delantera frente a Bolsonaro que busca afanosamente frenar al veterano líder de izquierda, introduciendo el tema religioso en la conciencia del votante.
Ambos candidatos presidenciales arrecian en este tramo final de campaña visitando las comunidades con mayores electores facilitando la logística para que ejerzan su derecho al voto el próximo domingo 30, haciéndose fotos y videos e interactuando con gentes de clase media y los marginados de las favelas y campos que serán determinantes para inclinar la balanza en las urnas.
Bolsonaro lanzallamas contra Lula diciéndole ateo y enemigo de los cristianos en un Brasil preponderantemente creyente y apasionado por la fe a tal extremo que una de sus simbologías espirituales, Nuestra Señora de la Concepción Aparecida o Virgen de La Aparecida, sigue siendo idolatrada por sucesivas generaciones.
Luiz Inácio Lula da Silva lanzó el manifiesto “la carta a los evangélicos” en el que se compromete ante la comunidad evangélica a mantener la libertad de culto y religión, a reforzar el papel de la familia y a no interferir políticamente en el uso de la fe.
Aunque la religión católica sigue siendo predominante entre los brasileños es evidente que los protestantes han crecido en número e influencia en una sociedad marcada por la diversidad cultural, étnica, religiosa y disparidades sociales.
En junio de 1980, el finado Papa Juan Pablo II besó la tierra de Brasil, en el aeropuerto militar de Brasília, tras la bienvenida de João Baptista de Oliveira Figueiredo, último presidente de la dictadura militar que se prolongó por 21 años.
Poder de la Fe
En 2013, en su viaje primer apostólico a Rio de Janeiro, en ocasión de la celebración de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco al ser recibido por la entonces presidenta Dilma Rousseff dijo: “No traigo oro ni plata, sino la presencia de Jesucristo”.
Lula, además, ha sostenido encuentros con seguidores de la fe católica brasileña en lo que se ha interpretado como la batalla campal de los políticos de la nación sudamericana que buscan alcanzar el apoyo electoral de los religiosos prometiéndoles participación en las decisiones de estado.
Fue en Brasil, donde por primera vez se puso en práctica hacia principio de la década del 60, la Teología de la Liberación, corriente teológica cristiana impulsada por el teólogo presbiteriano brasileño Rubén Alves y el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez.
Ese movimiento renovador en el catolicismo fue consecuencia del surgimiento de las Comunidades Eclesiales de Base, promovida por el Concilio Vaticano II hacia 1962-1965 y la Conferencia Episcopal de Medellín, Colombia, en 1968. A partir de ahí, la evangelización se enfocó en socorrer a los más necesitados de la sociedad.
La amputación de uno de sus dedos de la mano izquierda trabajando como metalúrgico en el complejo industrial de Sao Bernardo Do Campo, en las afueras de Sao Paulo, Brasil, y posteriormente, su encierro por 580 días bajo cargo de corrupción, han convertido a Lula en figura legendaria y un místico de la política brasileña por su resistencia y estoicismo ante las adversidades al punto de identificarlo como el Mandela de América.
Tiene prácticamente ganada la segunda vuelta para las elecciones presidenciales, según sondeos de distintas firmas encuestadoras difundidas en los medios de comunicación brasileños.
El sector conservador de Brasil minimiza la gestión gubernamental de Lula (2003-2011), que introdujo la ley de Bolsa Familia y diversos programas sociales orientados a los marginados. Organismos internacionales establecieron que 40 millones de brasileños salieron de la pobreza extrema.
Ataques sin propuestas
En el reciente debate después de la primera vuelta electoral organizado por la cadena de televisión Bandeirantes tanto Lula como Bolsonaro soltaron expresiones duras, acusándose mutuamente de algunos desaciertos en sus administraciones gubernamentales.
La presencia del líder del PT en una favela de Río de Janeiro saludando y compartiendo con la población marginada que “vive” allí fue bien recibida y comentada en los ámbitos políticos brasileños, obligando al presidente Jair Bolsonaro a recrudecer sus ataques contra el supuesto anticristianismo de Lula.
Esa incontinencia verbal de Bolsonaro hizo que afirmara que las favelas son nidos de narcotraficantes recibiendo de inmediato el rechazo de familias marginadas que por sus condiciones económicas no tienen otro lugar donde habitar.
Los estrategas del ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva proyectaron fotos y videos participando en encuentros con integrantes de la comunidad católica como forma de tirar al suelo los sistemáticos ataques del Bolsonarismo que utiliza el tema religioso como arma pretendiendo colocar a su contrincante en la cápsula del ateísmo.
La Corte Suprema de Justicia de Brasil le revocó al expresidente Lula da Silva todos los cargos en su contra tras haber sido condenado a 12 años de prisión por el juez Sergio Moro, en 2017. Tuvo 19 meses encarcelado bajo cargo de corrupción en la Operación Lava Jato. Se concluyó que hubo vicios y fallas al debido proceso.
La cadena de televisión Bandeirantes transmitió en vivo este primer debate entre Lula y Bolsonaro luego de la segunda vuelta de las votaciones presidenciales.
Leyenda brasileña
Un artículo de opinión difundido en el Jornal Do Brasil, el tercer rotativo más longevo del país, fundado en 1891, sostiene que: “Cualquiera que sea el resultado de la elección, Lula ya se convirtió por lo mucho que hizo, por lo mucho que sufrió, por la manera que resistió a una persecución implacable, en una figura legendaria, una verdadera leyenda brasileña”.
El poder mediático brasileño ha mantenido niveles de “equilibrio” en sus enfoques sobre el actual proceso político y Lula ha recibido mejor tratamiento que al postularse por primera vez a la Presidencia de su país, cuando la poderosa red de televisión y medios impresos TV Globo sistemáticamente lo criticaron.