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Madre: Obra maestra de Dios
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Por Laura Saint-Hilaire
Buzón de mis Reflexiones
La definición de una madre es el titular de esta nueva publicación.
Una obra de Dios. Engloba en su interior un ser celestial caído en la tierra para otorgar vida y darle el sentido a la vida de todos.
Las madres alumbran el existir en este mundo, encienden el motor de sus hijos y multiplican el amor infinitamente.
Una mujer que no solo tiene la condición física de dar a luz, sino que asume con ello un compromiso de por vida y el rol más importante de toda la humanidad, ser madre.
Es aquella que lucha contra viento y marea con tal de sostener a sus hijos en su regazo sanos y salvos.
Según el periodista y escritor Uruguayo Eduardo Galeano: Los seres humanos somos el arcoíris de la tierra. Estoy de acuerdo con su pensar. Más le agregaría que solo las madres tienen la capacidad de hacernos experimentar cada color del arcoíris de la vida de manera sin igual.
Una madre es sinónimo de un ser abnegado, tenaz, fuerte, tierno, comprensivo, educacional, desprendido, honesto, capaz, líder, puro, responsable, paciente, generoso, leal, apoyador, optimista, mediador, pacífico y amoroso.
Gracias a ellas nuestras vidas tienen una dirección a seguir y un patrón al cual regirnos para que nos vaya bien en la vida.
Ellas tienen la magia entre sus dedos para guiarnos, los consejos vienen desde su sabiduría, nos inculcan todo lo que nos aporte y haga mejores seres humanos.
Al igual que todos no son perfectas, tienen de vez en cuando que soltar su capa de heroínas para experimentar las más difíciles emociones y situaciones humanas. Sin embargo, aún en esos momentos de incertidumbre, ellas mantienen su temple y frente en alto para darnos el ejemplo.
Las madres son las encargadas de forjar la crianza en los hijos. Procrean y alimentan el crecimiento integral de todo ser humano.
No necesariamente hay que dar a luz para ser madre. Cuando una mujer decide por su propia voluntad asumir con todos los requerimientos este rol maternal, se convierte inmediatamente en esta figura femenina para aquellos que la necesitan.
Tener a las madres como un referente es algo tan fuerte que puede traumatizar a aquellos que por cuestiones de la vida no pudieron disfrutar de este ser.
Nuestros comportamientos van a depender de lo que ellas hayan inculcado en nosotros durante nuestro desarrollo.
El amor de una madre es el más poderoso y bello del mundo.
Sus cuidados son los mejores para hacernos sentir bien.
Su trato es invariable no importa lo que pase.
Su percepción sobre los hijos se mantendrá al pasar de los años.
El responsable de todas las muestras de amor que tiene una madre para con sus hijos es gracias al famoso “instinto maternal”. Es el vínculo inquebrantable que establece una madre con sus hijos y que de manera involuntaria les hace sentir esa necesidad de proteger y amar incondicionalmente a una criatura.
Por otro lado, la flor que define a las madres son los girasoles pues significan fidelidad y amor incondicional. Es por ello que son muy propensas a regalarse a las madres en busca de representarlas en ellas.
El color amarillo de los girasoles es muy animado y se asemeja a la alegría y viveza de las madres.
Las primeras celebraciones dedicadas a mamá se remontan a la antigua Grecia y desde entonces otros países fueron adquiriendo esta bonita tradición., es por eso que el último domingo de mayo cada año se conmemora en la República Dominicana el día de las madres.
Honrando así a todas esas mujeres que dedican sus vidas a sus hijos y hacen de este rol el más importante del mundo.
¡Felicitaciones hoy y siempre mamá!
Como regalo les comparto el himno a las madres dominicanas por la poetisa vegana Trina De Moya:
!Venid los moradores
del campo y la ciudad,
y entonemos un himno
de intenso amor filial:
Cantemos de las madres
la ternura, el afán
y su noble atributo
de abnegación sin par.
Celebremos todos la fiesta más bella,
la que más conmueve nuestro corazón;
fiesta meritoria, que honramos con ella
a todas las madres de la creación.
¡Quien, como una madre, con su dulce canto,
nos disipa el miedo, nos calma el dolor,
con solo brindarnos su regazo santo,
con sólo cantarnos baladas de amor!
De ella aprende el niño la sonrisa tierna,
el joven la noble, benéfica acción;
recuerda el anciano la oración materna
y en su alma florece la resignación.
CORO: Venid los moradores…
Celebremos con flores la tumba sencilla
de madres que moran en la eternidad,
y oremos con flores la frente en que aún brilla, en que aún brilla y fulge la maternidad.
Para ello escojamos frescas azucenas -simbólicas flores de aroma ideal-,
blancas como el alma de las madres buenas y con algo místico y sentimental.
Albas estrellitas, nítidas hermanas
de las que circundan la Divina sien
de la que es modelo de madres cristianas,
madre del Dios-Hombre nacido en el belén.
DIOS BENDIGA A LAS MADRES