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Muere a los 91 años Ingvar Kamprad, el fundador de IKEA
Suecia.- Ingvar Kamprad, fundador de IKEA, murió el sábado rodeado por los suyos a los 91 años en su casa Småland, la comarca rural sueca en la que nació un 30 de marzo de 1926 y desde la que creó uno de los éxitos comerciales más rotundos de la Historia. El niño humilde que con cincos años vendía cerillas a sus vecinos fundó la compañía que democratizó el diseño a los 17, en 1943. La bautizó con el acrónimo de sus iniciales, así como con las letras de la granja, Elmtaryd, y el pueblo donde creció, Agunnaryd.
Descendiente de inmigrantes alemanes, Kamprad no sólo destacó por sus tempranas dotes comerciales y espíritu emprendedor -después de las cerillas vendió pescado, decoración navideña así como lápices y bolígrafos-, sino por ser un visionario. Es cierto que su exitoso modelo de negocio se apuntaló en la tradición del diseño escandinavo. Éste, surgido en los años 50, fue la manifestación de la socialdemocracia con la asequibilidad, funcionalidad y simpleza como premisas indispensables. Pero sólo él supo hacerlo universal abaratando costes con algo tan simple como el embalaje plano y una llave Allen.
Ikea comenzó siendo una compañía sin tiendas físicas que únicamente vendía por correo -de ese origen queda hoy su famoso catálogo, que con más de 200 millones de copias se sitúa entre bestsellers como la Biblia, el Corán y los libros de Harry Potter- y hasta 1948 no comenzó a vender muebles, fabricados por los vecinos de la infancia de Kamprad. Fue el boicot de los proveedores lo que le empujó a fabricarlos. En 1958 abría una tienda en Älmhult de 6.700 metros cuadrados, la primera de las 412 que existen actualmente en el mundo.
En su manifiesto El Testamento de un fabricante de muebles, escrito en 1973, Kamprad, octava mayor fortuna del mundo con un patrimonio de 39.554 millones, resumió su receta para el éxito: la simplicidad como virtud, alcanzar buenos resultados mediante pequeños medios, hacerlo todo de un modo diferente, precios bajos con un significado, no temer los errores y confianza en un futuro prometedor… Y ello no sólo definía su negocio, sino a él mismo.
Envuelto en una leyenda enigmática, favorecida por su escaso apego a los focos, la vida de kamprad está llena de luces, pero también sombras . La más grave trascendió en 2011, cuando la periodista Elisabeth Asbrink expuso en un libro que éste fue un «activo miembro nazi», tal y como le fichó el servicio de seguridad sueco. Las acusaciones iban más allá de las reconocidas simpatías de juventud de Kamprad, quien calificó ese episodio como el «gran error de su vida».
Kamprad llevó una vida espartana que le dio proverbial fama de tacaño. Según un documental emitido hace un par de años por TV4 en Suecia, el multimillonario compraba ropa de segunda mano en mercadillos, nunca cambió su viejo Volvo, reusaba las bolsas de té, volaba en turista, recortaba cupone de descuento y ahorraba hasta en la peluquería. «Normalmente intento cortarme el pelo en países en vías de desarrollo. La última vez fue en Vietnam», explicó. Pese a esa frugalidad, durante 61 años acudió a la fiesta de Navidad de la compañía, en su pueblo, vestido de Papa Noel con un millón de coronas suecas como bono para sus empleados.
Como ha reconocido hoy la ministra de Exteriores sueca, Margot Wallström, Kamprad, al trascender su fallecimiento tras una corta enfermedad, Kamprad «puso a Suecia en el mapa». No deja de ser una paradoja, teniendo en cuenta que vivió en Luasana, Suiza, durante 40 años para evitar impuestos, y si regresó en 2013 fue por el fallecimiento de su esposa con la que tuvo tres hijos, que se sumaban a la hija que adoptó en su primer matrimonio. Pero además Ikea, pese a los colores y las banderas, tiene sus bases fiscales en los Países Bajos, Liechtenstein, Suiza y Luxemburgo a través de una intrincada estructura corporativa bajo el nombre de Inter Ikea Holding, cuyo propietario es una fundación.
Aun con todo, Kamprad pasará a la historia por ser el hombre que democratizó el diseño con una compañía que ha trascendido a las estanterías Billy. El anuncio de que a partir de este verano empleará a 200.000 refugiados sirios en Jordania durante la próxima década como proveedores es una encomiable muestra de ello. Así lo reconoció ayer el monarca sueco Carlos Gustavo. «Era una persona con los pies en la tierra y con un gran compromiso», afirmó.
Fuente: elmundo.es