Por qué el autismo se nota menos en mujeres?
El autismo es una condición del desarrollo neurológico que afecta la capacidad cognitiva, la regulación emocional, el lenguaje y las relaciones personales en diferentes proporciones, por esto ahora se reconoce que hay distintos Trastornos del Espectro Autista (TEA).
Europa.- De niña, Hannah no jugaba con sus compañeros de la escuela; no tenía amigos. Le diagnosticaron depresión y se sospechaba que tenía otros problemas de salud mental. A partir de los 14 años dejó de asistir a clases y fue educada en casa.
Cuando entró a la universidad, Hannah tampoco fue a clases, aunque logró hacer algunos amigos. Estudiaba desde casa. A punto de terminar el doctorado, la ansiedad la llevó a consultar a una psicóloga, quien después de unos meses le sugirió que tal vez tenía síndrome de Asperger. Resultó que sí, que efectivamente lo tenía y que era el origen de su depresión y ansiedad.
Lo curioso es que Hannah había hecho su tesis precisamente sobre el síndrome de Asperger, pero nunca se le había ocurrido que ella misma pudiera padecerlo.
Cerebros muy masculinos
El autismo es una condición del desarrollo neurológico que afecta la capacidad cognitiva, la regulación emocional, el lenguaje y las relaciones personales en diferentes proporciones, por esto ahora se reconoce que hay distintos Trastornos del Espectro Autista (TEA).
Cuando, en 1944, Hans Asperger definió las características del autismo, se refirió únicamente a los varones; su percepción inicial, retomada hasta principios de los años 90, quedó ligada a este padecimiento y la evidencia parecía confirmarla con unos cinco casos masculinos por cada femenino.
Sin embargo, en los últimos años, pacientes y expertos en el Reino Unido se han dado cuenta de que es muy posible que el autismo en las mujeres haya escapado al diagnóstico que se hace con pruebas estandarizadas.
La hipótesis, expuesta de manera informal, es que las mujeres aprenden a disimular sus síntomas de autismo a menos que tengan un caso agudo.
En noviembre del año pasado se publicó en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences un estudio de la Universidad de Cambridge que analizó a más de medio millón de personas. El experimento puso a prueba 10 predicciones de las teorías más usadas para explicar diferencias entre los sexos en relación con el TEA: la Teoría de Empatía-Sistematización, y la del Cerebro Masculino Extremo.
La primera propone que las mujeres, de forma general, obtendrán puntajes más altos en tareas relacionadas con la empatía, el reconocimiento, y el manejo de emociones, tanto ajenas como propias; los hombres tendrán, en general, un mejor desarrollo en pruebas vinculadas a la sistematización de datos y procesos.
Según la Teoría del Cerebro Masculino Extremo, las personas autistas —sin importar su sexo— obtendrán resultados “masculinizados” en ambos tipos de pruebas, es decir, puntajes bajos en la medición de la empatía y altos en sistematización.
La conclusión del estudio, realizado con altos estándares de confiabilidad estadística, no deja lugar a dudas: “Confirmamos que la mujeres típicas son, en promedio, más empáticas; que los hombres típicos son, en promedio, más orientados a la sistematización, y que la gente autista, en promedio, tiene un perfil masculinizado”, se lee desde la introducción.
Sabemos, por estudios relacionados, que las diferencias individuales en empatía y sistematización son en parte genéticas, en parte influenciadas por nuestra exposición hormonal prenatal y en parte debidas a la experiencia ambiental”, dice Varun Warrier, investigador del equipo de Cambridge.
Los autores también destacan la importancia de tener en cuenta que las diferencias observadas en este estudio se aplican sólo a los promedios grupales, no a los individuos, y subrayan que estos datos no dicen nada sobre una persona según su género, diagnóstico de autismo u ocupación. Hacer eso conduciría a estereotipar y a la discriminación, a lo que se oponen firmemente.
El estudio también demostró que las personas con TEA sí presentan dificultades con el reconocimiento de emociones en otras personas —lo que se conoce como empatía cognitiva— pero que, a diferencia de lo que se cree, experimentan preocupación y angustia por los demás, por lo que su empatía afectiva está completamente desarrollada.
Pasar inadvertidas es una ventaja… ¿no?
Aún no se sabe si existen más hombres que mujeres autistas. Lo que sí se sabe es que hay más hombres diagnosticados, y lo que indican las pruebas es que las mujeres aprenden a enmascarar los síntomas característicos de este trastorno. Esto no es, de ninguna manera, una ventaja.
Se ha visto que, en muchas ocasiones, pueden tener diagnósticos de otras enfermedades, como déficit de atención o personalidad límite, con lo que reciben tratamientos que no requieren y no la atención que sí necesitan.
Muchas mujeres con TEA aprenden a socializar más desde su intelecto que por sus habilidades innatas; en busca de lograr mejor integración social, de ser aceptadas, desde niñas observan, practican e imitan las conductas de quienes las rodean. Esto resulta agobiante y agotador, por lo que viven con mucha tensión que, eventualmente, las puede conducir a la depresión y la ansiedad, cuyos síntomas podrán tratar, pero no su causa.
El país donde más avanzado está el conocimiento sobre la afectación femenina del TEA es el Reino Unido. Algunas mujeres diagnosticadas de forma tardía están haciendo un esfuerzo por concientizar y dar luz sobre este problema (Hannah, entre otras, contó su historia para la BBC). Todas ellas aseguran que los problemas de aprendizaje y socialización que sufrieron durante su infancia y adolescencia adquirieron sentido cuando fueron finalmente diagnosticadas con alguna forma de autismo.
Todas, invariablemente, sufrieron de bullying, marginación y depresión por cuestiones relacionadas con su condición; por otra parte, buscaron y encontraron cierto consuelo o escape en actividades relacionadas con la fantasía, fueran en libros, grupos de cosplay, stand-up y teatro.
Hannah dice que ha logrado superar su dificultad para mantener contacto visual con otras personas, y que incluso ha podido desarrollar con el paso de los años “un repertorio social” que le permite disimular su Aspeger.
Cerrar la brecha
En Reino Unido se han hecho guías de diagnóstico dirigidas exclusivamente para mujeres y niñas. Las primeras de su tipo fueron elaboradas por la Red de Guías Intercolegiales Escocesas con la intención de facilitar la integración adecuada de estas pacientes. El psiquiatra Iain McClure, colaborador de estas directrices, sostiene que la diagnosis del autismo debe darse en las individualidades, y no a través de resultados generales o estandarizados.
Más recientemente, la Sociedad Autista Nacional de Gran Bretaña desarrolló un diagnóstico en línea con el que su autora, Lorraine MacAllister, busca guiar no sólo a los profesionales de la salud mental para identificar rasgos TEA en niñas y mujeres, también a personas sin entrenamiento en esta área. El módulo puede encontrarse en ork.autism.orgr.uk, en la sección de Good Practice.
En México no se sabe exactamente cuántas personas hay con autismo, sean niños, niñas, adolescentes, adultas o adultos, pues no hay estadísticas ni estudios oficiales al respecto. Existe un estudio preliminar financiado por la organización Autism Speaks que fue realizado en León, Guanajuato; sin embargo, es poco representativo, según los resultados que informa la Secretaría de Salud, pues se realizó con apenas 36 niños con TEA.
La misma Autism Speaks y la Fundación Carlos Slim avisaron el 3 de abril de 2017 que en 2018 darían a conocer los resultados del primer estudio a nivel nacional al respecto, pero no lo han hecho.
La estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sin considerar aún los nuevos datos sobre las mujeres, es que hay una persona con alguna forma de TEA por cada 160, y que una de cada cinco de ellas es de sexo femenino (la OMS se refiere a niños, pero la condición TEA es permanente).
El estudio más completo hasta la fecha fue realizado por investigadores de la Universidad de Drexel y publicado el 13 de marzo de este año, en él se encontró que una de cada 59 personas tiene alguna forma de autismo.
›El estudio, que se enfocó en jóvenes de entre 12 y 23 años diagnosticados con TEA, destaca los problemas que aquejan a quienes no tienen acceso a los cuidados, la atención y las guías. Estos son depresión y ansiedad,dificultades para encontrar trabajo, comunicarse, cuidar de su salud, salir de casa y, en términos generales, adaptarse a la sociedad, señala Paul Shattuck, autor principal del estudio.
En países desarrollados, algunas empresas de software, como Microsoft y las alemanas SAP y Auticon, tienen oficinas con ambientes donde los autistas se sienten cómodos. En ellas hay menos ruido y ajetreo y hasta el lenguaje, tanto hablado como escrito, cambia, al prescindir de las metáforas, los eufemismos y hasta las verdades a medias que el resto de las personas empleamos pero que las personas con TEA tienen dificultades para entender.
Más que al inusual autista con talento excepcional para las matemáticas y la lógica, las empresas han encontrado que los empleados con TEA suelen ser más enfocados, sistemáticos y meticulosos de lo usual.
En México es difícil encontrar atención para el TEA, incluso para las familias con amplios recursos económicos. En la CDMX, se inauguró hace un par de años una clínica de autismo gratuita, que se ostenta como única en Latinoamérica y atiende a población de 0 a 17 años.
Ante este panorama, a los mexicanos nos queda informarnos por nuestra cuenta, aceptar, comprender, convivir y aprender a tratar a las personas con TEA, cuya condición es de por vida, no puede ser calificada de enfermedad y no es estereotipable, cada una de ellas es distinta y tiene características y necesidades diferentes… Y, desde luego, estar conscientes de que podemos tener la condición aunque aún no nos hayamos dado cuenta.
Fuente: Eje Central
Foto: Autismo y alergias