Multipliquemos amor y respeto en las familias
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
Iniciamos el onceavo mes, noviembre, designado desde hace 50 años, en 1971, como mes de la familia y en este 2021 el lema que ha escogido la Comisión Nacional de la Pastoral Familiar es “La alegría del amor”.
Amables lectores, sabemos el valor que juega la familia en la vida de los hijos e hijas, en cuyo seno se van construyendo los valores, las creencias, comportamientos y límites que definen su desarrollo social y emocional y pondrán en práctica en sus vidas.
Debemos ser conscientes y entender que, no hay familias perfectas, por lo que sus miembros deben en esforzarse día a día en relacionarse con respeto, evitando palabras hirientes, comparaciones y apoyándose mutuamente.
Un error muy común en los conflictos del diario vivir en las familias resulta de que no hemos aprendido a escuchar y a comunicarnos en forma asertiva.
Sin importar el tipo de familia en que convivas, ya sea nuclear, monoparental, de acogida, adoptiva o extendida, lo que mantiene una convivencia armoniosa y pacífica es el amor incondicional, la confianza y la solidaridad, todo lo cual nos permite construir un proyecto de vida y propósitos en común.
En estos tiempos de pandemia, donde constatamos un aumentado de la conflictividad, tenemos que dedicar tiempo de calidad primero a fomentar nuestra paz interna y luego a la unión familiar, sin escatimar esfuerzos y acciones para lograr esos propósitos.
El mejor ejemplo a inspirar en estos tiempos es trabajar en el ser y no en el tener.
Poco importan los bienes materiales cuando en el vínculo interpersonal, ya sea con la pareja o los hijos, vivimos sólo criticando en lugar de estimular, o relegando a un segundo plano el tiempo a fortalecer lo que debe constituir nuestra principal empresa, que es la familia.
Bien dice una frase conocida que “familia unida jamás será vencida”, pero para ello cada integrante juega un rol de contribuir con su accionar a validar esa cohesión y este postulado debe ser cometido por todas y todos.
En tanto que los padres, madres o tutores debemos siempre predicar con nuestro mejor ejemplo para lograr formar mejores personas, en razón de que los descendientes aprenden más de nuestras acciones que de las expresiones verbales que podamos darles.
Insistamos que, a la luz de poder vivir en concordia tenemos que multiplicar los esfuerzos para fortalecer ese primer y fundamental núcleo de la sociedad que nos permitirá cosechar los frutos que sembramos con paciencia y sabiduría.
La familia es en definitiva un tesoro de vida que debemos cuidar, abonar y disfrutar con paz, amor y alegrías.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
@Yanira _Fondeur