Raquel Peña resalta 100 años de la Cámara Española como puente de
Nada más veloz que la política
Manuel Campo Vidal
En la tecnología, en la medicina y en la vida misma todo va muy rápido. Pero en política aún más: los vivos no pueden estar nunca tranquilos y los muertos a veces resucitan.
Que se lo digan al ex presidente Mariano Rajoy que a mitad de mayo de 2018 celebraba feliz con su equipo una cena especial en un hotel de Gran Canaria: acababan de aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Solo quince días después ya no era presidente, derrocado por una insólita moción de censura que encumbraría a Pedro Sánchez a la Moncloa. Aquella aciaga tarde del uno de junio, Rajoy se reunió con los mismos de Canarias en un reservado en Madrid en una comida funeral. Era un viernes. El martes siguiente, al mediodía, presentó su dimisión como presidente del Partido Popular y renunciaba a su acta de diputado. Salvo accidente mortal, o debacle electoral, una salida tan vertiginosa de la política, parece imposible.
En tarde de aquel martes, en el Foro Next Educación, el expresidente José María Aznar debía presentar el libro “No hay ala oeste en la Moncloa” de Javier Zarzalejos. Algunos pronosticaron que Aznar no comparecería. Poco lo conocen. Me senté a su lado en la mesa de ponentes y disfruté leyendo la batería de titulares escritos en su libreta antes de que los emitiera. Más que titulares, eran misiles. Más que pronunciarlos, los lanzaba con estruendo. “Cuando yo me fui, en España había una derecha y hoy tenemos tres”, disparó contra Mariano. Tan cierto como que hoy quedan solo dos derechas y, a veces, por sus declaraciones, parecen una. La peor.
El 11 de agosto pasado la OTAN estimaba que el Gobierno afgano podía resistir a los talibanes unos tres o cuatro meses. Ni tres meses, ni tres semanas. Poco más de tres días. Huyó el presidente Asraf Ghani y colapsó el frágil sistema gubernamental. Hubo que acelerar la evacuación. Cuando algunas fuerzas de oposición critican que para autorizarla había que reunir al Congreso, no se comprende. Son los Parlamentos los que deben decidir entrar en una guerra, o salir de ella, pero no para organizar una retirada, o cualquier operativo. A la velocidad que va todo, retener las decisiones en plena crisis por una negociación entre partidos, y encima explicarlas en público, no parece oportuno, ni prudente. Hay que actuar de urgencia y con eficacia, como se hizo. Las encuestas miden el orgullo de los españoles y de los italianos, países que destacaron en la evacuación.
Sacando conclusiones del fiasco, la Unión Europea cree que es el momento de avanzar hacia un batallón europeo de intervención rápida, al margen de la OTAN, que tiene mecanismos más complejos y a Estados Unidos en el alto mando. Atentos a los movimientos del vicepresidente Josep Borrell. Desde la sombra es el que propuso la “operación Torrejón”, con España como puerta de entrada europea de la evacuación a través de esa base aérea cercana a Madrid. Las conversaciones entre ministros europeos de Defensa son intensas. Solo hay que esperar al resultado de las elecciones alemanas donde todo puede suceder.
El mundo ya giraba rápido pero, si cabe, se ha acelerado más y más: en lo político, en lo económico y con el azote climático que colocó al estado de Luisiana, o a la ciudad de Nueva York, al nivel de emergencias de Haití. Todo es volátil. Pero en la política más.
El autor es periodista y profesor de comunicación social.
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