No todo lo que brilla es oro
Iranna Flaviá Luciano
Pienso y Luego Escribo
No todo lo que brilla es oro, ni todo lo que blanquea es harina dice un refrán, y era así con refranes que solía comenzar mis artículos, cuando pocas palabras dicen más que un montón de oraciones.
Recuerdo una época y lo sé porque le pasó a una persona allegada de los engaños con los lingotes de oro, te ofrecían un trozo de lo que llamaban un metal precioso por casi nada, y las personas sin investigar hacían la transacción y hasta se metían en líos.
Tamaña sorpresa, cuando llegaban jubilosos a sus casas, waoo seré rico, o saldré al fin de mis problemas, con esto compraré esto o aquello, se encontraban que lo que en realidad cubría ese pedazo de “oro” era una capa de color dorado, y dentro no era más que un metal de mala calidad.
Que le quiero decir con esto amables lectores? Vivimos en un mundo de apariencias, de ideales, de cosas sin mucha esencia, juzgamos las cosas por lo que aparentan, y en realidad no nos detenemos a pensar qué hay detrás de eso que parece tan fabuloso.
No es que algunas cosas no sean reales ni verídicas, ni valiosas, es que las que más llaman la atención son aquellas que se pintan como ideales, como esas que encajan, pero son las que más dignas de investigar están.
La palabra ideal es de las que más nos tenemos que cuidar, cuando cada pie tiene una medida, a veces lo que encaja para otros, no es lo que encaja para mí y viceversa.
A veces eso que está reluciente no es más que un espejismo o proyección de mis anhelos, de mis deseos, cosa que está muy alejada en la práctica a lo que es la realidad.
Tener un buen físico es bueno, pero de qué sirve un buen físico sino cultivamos la mente, esa que es universal.
Tener dinero es bueno, pero de qué nos sirve si no hace feliz, si detrás de eso hay más amarguras que paz.
La paz interior de un individuo lo describiría después de la salud como el bien más preciado, cuando la encuentras no te quieres separar de ella, se convierte en tu mejor amiga, es buena consejera.
Pero no hay que juzgar a nadie por creer en las apariencias, de hecho nadie va por la vida tan de frente, toma tiempo, paciencia, comprensión y conocimiento saber que está detrás de las cosas.
Es de astutos conocer al cojo sentado, y al ciego durmiendo, pero también esto lleva tiempo, y más cuando tu peor enemigo en la mayoría de los casos es la mente que quiere decirte una y otra vez que no es lo que piensas, que es lo contrario.
Recuerde que para comprar, nunca el oro estará a un precio económico, y eso que nadie quiere también debe llamar a reflexión.
Pienso y luego escribo: Aprendamos a tener los ojos más abiertos.