La Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de República Dominicana premia la
Nuestra Señora de las Mercedes
Por Leonor Asilis
El 24 de septiembre, día especial para los dominicanos, fiesta nacional. La razón es sencilla pero contundente:
Fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes. Nuestro pueblo, ha sido bendecido de una devoción profunda hacia la Madre de nuestro Salvador, manifestándose de manera doble en la veneración a María de las Mercedes y María de la Altagracia.
La primera, de quien tratamos hoy y que obvio se trata de la misma Virgen María, madre de Jesús y por disposición de Él (nuestro Salvador) es también madre nuestra.
Esta devoción está arraigada en el corazón de nuestro país, y nació en esta tierra en el emblemático Santo Cerro.
Se trata de la primera devoción mariana en América.
Fiándonos de Don Arturo Logroño – su Historia Patria, Compendio de, tomo I, Nuestra Señora de las Mercedes fue Patrona de la isla Hispaniola desde los días del Gobernador Don Diego Gómez de Sandoval.
Además de ser la patrona de la República Dominicana, la Virgen de las Mercedes es también la protectora de La Vega, del Santo Cerro, y del Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo.
El origen de esta advocación se remonta en España, por San Pedro Nolasco, y su espiritualidad se centra en brindar apoyo y compañía a quienes se encuentran privados de libertad.
Entendiendo importante que meditemos en torno al carisma de misericordia y en especial a los presos, transcribo a continuación un bello mensaje que leí hace unos años, pero que lo atesoro en un cuaderno especial y que en esta celebración me inspira compartirles: «No todos los que están en la cárcel son verdaderos delincuentes. Muchos cometieron su delito en un momento de apasionamiento o de locura que estaba muy lejos de representar sus verdaderos sentimientos interiores y disposiciones habituales. Otros muchos han sido víctimas del ambiente que respiraron y de la educación que recibieron de pequeños. Y en todo caso, todos ellos son seres actualmente infelices y desgraciados, lo cual es un título sobrado para excitar nuestra compasión y misericordia, cualesquiera que sean sus antecedentes y la culpabilidad de su conducta.
Cuánto bien se puede hacer a los pobres presos visitándolos con frecuencia y prodigándoles palabras de consuelo y de esperanza! Aún los condenados a prisión perpetua se les puede ensanchar el alma enseñándoles que la verdadera libertad es la del espíritu; que el que vive en gracia de Dios es libre aunque viva en una cárcel, y el que vive en pecado mortal es esclavo y prisionero aunque parezca gozar de libertad en plena calle; que la cárcel de este mundo no podrá prolongarse más allá de lo que dure nuestra vida, mientras que más allá del sepulcro existe una cárcel perpetua, de la que no se sale jamás».
Termino estas líneas con una breve oración la cual pido se unan en sus corazones porque la máxima que dice que en la unión está la fuerza también se cumple en el plano espiritual.
«Queridísima Virgen de las Mercedes: Te entregamos nuestras vidas, nuestra
nuestra gente que sobre todo es tuya porque te ama y te aclama como gran mediadora ante tu Hijo para que derrame abundantes bendiciones sobretodo la de nuestra conversión y que vivamos para alabarle, bendecirle, seguirle y servirle haciendo su Santa Voluntad. Extiende tu manto más allá de nuestras fronteras y lleva un anhelo grande de paz y amor en todo el mundo. Te amamos Madre querida. Amén.»