La Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de República Dominicana premia la
ONU enfila cañones contra RD ante tragedia haitiana
Manuel Díaz Aponte
La República Dominicana no debe pestañear ni un instante ante la peligrosidad que representa la eterna crisis haitiana, agravada ahora con la salida del poder del ex primer ministro Ariel Henry, obligado a renunciar y quedarse transitoriamente en Puerto Rico sin poder retornar por el momento a su país.
Soberanamente debemos cuidar y proteger aún más nuestro territorio y las áreas fronterizas, así como también, no acceder a las presiones internacionales y específicamente las enunciadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que nuevamente pretende lanzar sobre las espaldas del país la desgracia de Haití.
La diplomacia dominicana evitó hábilmente morder el anzuelo cuando el propio Henry trató de refugiarse en nuestro país, luego de regresar de un viaje a Kenia, en África.
No era prudente ni es actualmente su presencia en territorio dominicano por razones históricas obvias y vínculos con nuestros vecinos.
En consecuencia, fue atinada la medida dispuesta por el gobierno del presidente Luis Abinader de no permitir que el avión que transportaba al político haitiano aterrizara en suelo patrio teniendo que dirigirse hacia Puerto Rico.
La comunidad internacional ha sido extremadamente pasiva en aplicar una rápida salida diplomática ante la crisis haitiana, y, sobre todo, localizar los recursos financieros que se requieren urgentemente para auspiciar la misión militar que lideraría el gobierno de Kenia con miras a apaciguar las bandas terroristas haitianas.
Lo extraño del caso, es que esa misma comunidad internacional trate de que sea precisamente Kenia, un país tercermundista, quien cargue con la responsabilidad de una acción militar en Haití. En contraposición, hay muchísimos recursos económicos y logísticos para misiones militares en Taiwán, Israel y en Ucrania, como lo dispuso recientemente el Senado de Estados Unidos, que aprobó un paquete de ayuda de 95 mil millones de dólares distribuidos en esos tres países.
Los dispositivos de seguridad desplegados por las autoridades nacionales en los márgenes fronterizos son necesarios y urgentes para preservarlos. La labor del Ejército dominicano merece el respaldo de toda la ciudadanía porque se trata de la única presencia militar en toda la extensión fronteriza.
Para Haití, ¿no hay dinero?
En vez de volver a lanzar sobre los hombros del país la desgracia haitiana queriendo que se abran las fronteras sin límites al flujo migratorio haitiano, ¿Por qué la ONU no intensifica los esfuerzos diplomáticos para una salida digna a la terrible pesadilla que sufre el pueblo haitiano?
La ONU a través del portavoz de la Secretaría General, Stéphane Dujarric, ha pedido a República Dominicana, así como a cualquier otro país, que «respete los derechos humanos de los haitianos que buscan mejorar su vida en otros lugares» y evite las «deportaciones forzosas».
La ONU, además, ha sugerido que los haitianos no sean enviados «hacia un país que claramente no es seguro». La gran pregunta: ¿No es Haití, precisamente, el territorio de los haitianos? ¿O es que se pretende que República Dominicana sea la receptora de todos los haitianos que huyen de la miseria y terror en su país de origen?
El funcionario de la ONU asimismo dijo: “No es cosa del secretario general ni de Naciones Unidas imponer una solución al pueblo de Haití. Ya se ha intentado muchas veces sin gran éxito. Lo que hace falta es que la clase política haitiana, la sociedad civil, acuerden una hoja de ruta, como se ha dispuesto, con la creación de un Consejo Presidencial».
No podemos cargar con los haitianos
Aunque el país ha sido el más solidario con los haitianos no podemos cargar solos con la desafortunada crisis de ese territorio, lo que demanda, consecuentemente el concurso de la comunidad internacional.
En una cumbre reciente del Caricom sobre Haití en Kingston, Jamaica, el secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, anunció un aumento de 300 millones de dólares para la misión programada en suelo haitiano.
Fue el Consejo de Seguridad de la ONU quien autorizó en octubre de 2023 el envío de una misión de apoyo a la Policía Nacional de Haití, en respuesta a la solicitud manifestada por el entonces primer ministro haitiano Henry para erradicar a las bandas armadas.
Solución prolongada
Nadie se atrevería pronosticar cuándo habrá una solución a la crisis política e institucional haitiana a partir de las declaraciones del renunciante primer ministro Ariel Henry, quien acaba de afirmar que sólo él puede nombrar a los integrantes del Consejo Presidencial de Transición, para transferir el poder.
O sea que ahora la crisis se intensifica ya no solo por las acciones terroristas de las bandas que controlan las calles haitianas, sino, además, por el levantamiento de trabas institucionales y protocolares.
Ese giro contradice los esfuerzos desplegados por la diplomacia estadounidense que dispuso la designación de Michael Boisvert como administrador de Haití.
Y ahora, ¿cuál será la respuesta del gobierno del presidente Joe Biden y la comunidad internacional para encontrar una salida a la prolongada crisis haitiana?
Coherencia diplomática
República Dominicana ha sido coherente en su política y diplomacia frente a la grave crisis haitiana, y desde un principio ha advertido sobre la peligrosidad de esta para la estabilidad democrática de la región.
Nadie hablaba de Haití en el escenario internacional a excepción del presidente Luis Abinader, quien en diversos foros como en la Asamblea General de la ONU y en la sede de la OEA ha expuesto la voz de alarma ante la dramática situación del pueblo haitiano.
Artículo de Manuel Díaz Aponte