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Qué es el biofeedback, la técnica para «leer» y «hackear» el cerebro
Permite a una persona aprender a cambiar su actividad fisiológica con el fin de mejorar su salud y rendimiento. Por qué es una tecnología de la mente, cómo funciona y para qué se usa
Así funciona un software de investigación de neuromarketing
¿Es posible transferir pensamientos y emociones desde el cerebro hacia las máquinas? Sí y no es algo nuevo. Existen investigaciones y pruebas de laboratorio que muestran cómo es posible hacerlo.
Incluso, los cyborgs, seres humanos que a través de la tecnología (incrustada o implantada) amplifican sus habilidades, son un ejemplo de esta interacción máquina-mente.
La «lectura» del cerebro es aún compleja. Es posible predecir y detectar patrones, por ejemplo, pero no se ha logrado comprenderlo en su totalidad. Sin embargo, son cada vez más los esfuerzos por hacerlo.
En el universo que propone «leer» y «hackear» (alterar) el cerebro, entre varias técnicas existentes, se encuentra el biofeedback.
«Es una forma de usar señales cerebrales que se están midiendo para regular alguna función cerebral», explica a Infobae el científico Agustín Ibáñez, director del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (de Fundación INECO, Universidad Favaloro y CONICET)
Continúa: «Por ejemplo, a través de electrodos se calculan las oscilaciones de la actividad cerebral y, cambiando la atención, o haciendo, por ejemplo, cierto parpadeo, hay señales diferentes que se pueden proyectar, por ejemplo, en un videojuego. Entonces se puede jugar al juego con la mente, por así decirlo».
Se llama feedback, porque es una retroalimentación, en este caso lograda a través de determinado ejercicio mental, usando la atención o la concentración, para cambiar una señal en el cerebro.
«Todo esto se podría usar como una especie de biotech de la mente, es decir tecnología de la mente . Y esto tiene más que ver con el neuromarketing, cómo se pueden influenciar esas decisiones a través del conocimiento del cerebro», señala.
Por su parte, Pedro Bek, biólogo y neurocientífico, dice a Infobae: «La idea es que uno podría aprender, por ejemplo, al mirar las señales cerebrales de un electroencefalograma (EEG). Se podría aprender qué hay que hacer para poner a la mente en un estado particular caracterizado por un patrón específico de ondas cerebrales».
«Cuando el sujeto logra colocarse en el estado cerebral deseado, se da un feedbackpositivo. Y sino, no. Así, se puede aprender a buscar un estado mental particular. Algunos lo usan para tratar el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad). Todo esto sería el neurofeedback», concluye Bek.
Cómo funciona
El biofeedback es un proceso que permite a una persona aprender a cambiar su actividad fisiológica con el fin de mejorar su salud y rendimiento.
Existen instrumentos precisos que miden la actividad fisiológica, como las ondas cerebrales, la función cardíaca, la respiración, la actividad muscular o la temperatura y humedad de la piel.
Según una investigación reciente sobre el mercado global de instrumentos utilizados para el biofeedback, el negocio tendrá un fuerte crecimiento en los próximos años. Alcanzará los USD200 millones en 2024, desde USD140 millones en 2019.
«El universo de neuromarketing es cada vez más extenso y difícil elegir por donde empezar. En primer lugar, estudia y comprende cómo el cerebro toma decisiones, cómo surgen las preferencias y las asociaciones entre marcas y atributos, sensaciones, emociones, lugares, estímulos», dice a Infobae Jeanine Leonhardt de Neurotactics, quien ofrece sesiones de biofeeback para empresas (para estudios de mercado, por ejemplo).
Y agrega: «En segunda instancia se usa esta información (si se la tiene, o se arranca de cero, especialmente en marcas nuevas) para diseñar piezas de comunicación, estrategias de posicionamiento, etc. Es entonces donde encaja esto de ‘tu consumo empezó en un laboratorio'».
La especialista señala que algunas de las herramientas más usadas para realizar biofeedback son eye tracking (para seguimiento ocular), EEG (electroencefalograma), FMRI (imagen por resonancia magnética funcional), face decoding (decodificación del rostro), lectura de micro expresiones y biométricos (GSR o respuesta galvánica, dilatación de pupila, velocidad de latidos, sudoración, etc), entre otros.
«Cuanto mayor es el engagement (compromiso), más rápido late el corazón y empezás a sudar más. Todo esto permite anticiparnos a comportamientos de consumo, cómo toma decisiones de la gente, clientes, consumidores», concluye.
Leonhardt es arquitecta (estudió Design Thinking en la Universidad de Stanford, entre otras especializaciones). Dice realizar biofeedback para crear proyectos realmente distintos, a medida de las personas.
Además, grandes compañías y empresas nuevas la contratan para realizar estudios de mercado con biofeedback. Para eso, cuenta con diferentes instrumentos que usa en las sesiones.
No suele hacer sesiones particulares de biofeedback y dice que en la Argentina, por ejemplo, no hay mucha oferta aun de esta técnica.
Futurología de los métodos de neurociencia
«Si uno hace un poco de futurología y pensás en los celulares, sabemos que hace 10 años eran insuficientes, para tomar fotos o tener mucha memoria, o para conectarse a internet. En 10 años se convirtieron en unos aviones. Algo parecido va a pasar con los métodos de neurociencia», asegura el investigador Ibáñez, de INCyT.
«Ya por ejemplo para los cines se usan unas tablets que se ponen enfrente del asiento, que capturan los movimientos musculares de la cara, e infieren el contenido emocional, de tu cara, y tienen una información inmediata de la activación emocional que una película tiene», ejemplifica.
A años luz de leer completamente el cerebro, pero…
¿Conocemos lo suficiente el cerebro como para «leer» lo que las personas están pensando o lo que quieren? «La verdad es que no. Estamos años luz de entender el cerebro, pero eso no quiere decir que no podamos hacer buenas predicciones. No necesitas entender un fenómeno para hacer buenas predicciones», responde Ibáñez.
«No se necesita un modelo completo, simplemente se necesitan algoritmos robustos y capacidad de predicción. Para eso necesitas muchos datos y medidas eficientes. Es muy probable que en el mediano plazo eso exista. Vamos hacia allá de forma inexorable, el punto es que no tenemos mecanismos para regular eso», concluye.
Fuente: Infobae