Relaciones Familiares Armónicas
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
Estamos en el Mes de la Familia, esa primera escuela de vida, en la que nunca es tarde para reflexionar cómo nos estamos relacionando con los demás en el interior de la nuestra.
¿Vives en una casa o en un hogar? La diferencia es mucha y es que, en una casa vas a comer, dormir, ver televisión e inviertes el tiempo en lo que te place individualmente, mientras en un hogar compartes sentimientos, experiencias, proyectos de vida, logros y tristezas para así formar un equipo en las buenas y en las malas con tus seres queridos.
Recuerdo que la psicóloga clínica y escolar Dayana Fernández, colaboradora de la Fundación Vida Sin Violencia, reitera en sus charlas que las familias han de ser como una sinfónica, en la cual cada quien toca un instrumento, pero todos juntos ofrecen la mejor de las melodías.
Bien sabemos que, la perfección no existe, ni en las personas ni en las familias, pero contribuye mucho la educación en valores que pueda primar en los integrantes a la hora de enfrentar cualquier conflicto del diario vivir, que al manejarse en forma adecuada enriquece las relaciones.
El amor y el respeto son los ingredientes más importantes para contar con una receta de una sana relación familiar, en la que sus miembros pueden expresarse con libertad y ser aceptados, dejando fluir la comunicación asertiva y la empatía.
Los hijos e hijas son esponjas y sabemos que captan más del ejemplo que ven, que de los cientos de consejos que podamos brindarles los progenitores y todo ello quedará en su historia de vida, marcándoles, definiéndoles como seres humanos en su salud mental y relaciones sociales.
La enseñanza familiar ha de también contar con límites claros desde la primera infancia, para que no se confunda el valor de la tolerancia con la permisividad.
Dificultan la armonía en las familias el desinterés, los conflictos frecuentes, la dificultad para resolver sanamente las adversidades, los problemas de salud colaterales y ausencia de actividades compartidas, entre otras.
Para que el vínculo familiar florezca, todos sus miembros han de tener responsabilidades y cumplirlas, sintiéndose aceptados, queridos y protegidos, dedicándoles tiempo de calidad para compartir pasatiempos como escuchar música, jugar, ver fotografías, películas, salir a pasear o simplemente conversar amenamente sobre experiencias vividas.
Cuando sentimos aprobados y consentidos en la familia gozamos de paz interior, mejor salud física y mayor optimismo para relacionarnos con los demás.
La familia es un tesoro de vida que debemos sembrar, abonar y cuidar cada día.
Y como dice una canción “Bendecida Señor la familia, amén, Bendecida Señor la mía también”…
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia
@Yanira_Fondeur