Repulsa colectiva ante agresión a mujer
Yanira Fondeur
Promoviendo la paz
La sociedad queda consternada e indignada cada vez que los medios de comunicación dan a conocer hechos violentos que visibilizan injusticia, maldad y ningún autocontrol ante un conflicto.
Tal es el caso de Jazhiel Morel Tejada, quien agredió cruelmente a una cajera al provocarle quemaduras, lanzándole en los ojos dos vasos de café caliente, tras ella solicitarle el justo pago de los servicios.
Ante esta manifestación violenta, cabe reflexionar y para esto nos preguntamos y respondemos a la vez:
¿Estamos frente a un hombre qué actúa de manera irracional, sin ningún autocontrol? Así es, la acción repudiable de Morel Tejada revela que es una persona que desconoce como manejar su ira ante una situación que le desfavorece.
¿Se trata de un caso de violencia contra la mujer? Por supuesto que si. El agresor sabe muy bien a quien pueden dañar, mostrando abuso de poder dada su superioridad física.
¿Hubiese accionado igual dicho agresor si el empleado de la estación de gasolina hubiese sido un hombre? De seguro que no, y esto así porque vivimos en una sociedad con manifestaciones culturales machistas, considerándose con derechos superiores a las mujeres.
¿Cómo permitir que un agresor identificado establezca las condiciones para entregarse a las autoridades? Resulta inaceptable que comprobado el hecho violento y quien lo cometió, sea la sociedad que reclame a las autoridades actuar inmediatamente apresándolo y solicitando la correspondiente medida de coerción, para así establecer un precedente de que hechos similares no quedarán impunes.
Estas respuestas nos permiten concluir que, vemos a la sociedad unida, a una sola voz, pidiendo la sanción del agresor ante la acción violenta con intención irracional de hacerle un daño grave a la víctima, al lanzarle un líquido caliente en los ojos.
Destacamos que, la repulsa colectiva se extiende a los empleadores del agresor, la Academia de béisbol de los Nacionales de Washington con sede en el país, quienes con rapidez y de forma encomiable decidieron inmediatamente despedirlo, dando así un mensaje ejemplarizador en rechazo a las acciones violentas y menos aún en contra de las mujeres.
Del hecho, amables lectores, podemos recordar que actuar con soberbia, arrogancia, poca tolerancia y falta de educación en valores termina destruyendo la imagen moral y el futuro de cualquier persona que no sabe manejar los conflictos y busca resolverlos con agresión obviando la convivencia pacífica con la que merecemos vivir.
El enojo es una emoción que puede expresarse de manera asertiva y no agresiva, por lo que nada justifica una acción insólita e inconcebible.
Promover paz en cualquier escenario es un deber personal, que permite actuar con inteligencia emocional, prudencia, autocontrol, pausa y respiración profunda, recordando que somos seres racionales y que el respeto ha de prevalecer.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia.
@Yanira_Fondeur