La Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de República Dominicana premia la
Rincón de calma
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
Se acerca el nuevo año escolar y sabemos que cada inicio representa un tiempo de
oportunidades y retos para toda la comunidad: Docentes, estudiantes, padres, madres, y
personal administrativo.
Importante será lograr la convivencia pacífica en los centros educativos, que es una labor que
requiere de entrega, amor, respeto y mucha conexión con el estudiantado y los docentes, sin
dejar de requerirles a los padres que jueguen su papel de formadores.
Recientemente, en una sesión de sensibilización a docentes ofrecida por la Fundación Vida Sin
Violencia, a través de la psicologa clínica y escolar Erika Viejo, se destacó el recurso de utilizar
un area del centro escolar denominada «Rincón de Calma» como una excelente herramienta
para lograr la disciplina positiva.
Este rincón se ubica en una zona del centro educativo donde deben haber cuentos, tableros,
piezas de lego, dibujos, burbujas de jabón u otros recursos sensoriales que pueden ser creados
o comprados.
El Rincón de Calma contribuye a manejar las emociones de los estudiantes, se trata de una
estrategia disciplinaria para buscar concienciar al alumnado de su pensamiento autocrítico, que
le ayuda a reflexionar de las causas de determinada conducta, por qué lo hizo y cómo se sintió
al hacerlo.
Para la especialista ese recurso se utiliza como transición cuando los niños van a pasar de una
materia a otra o cuando llegan al centro escolar con determinadas situaciones emocionales o
conductuales desde el hogar.
Se considera que cuando los docentes condicionan a los estudiantes al decirles varias veces
los mandatos de «No te pares», «sientate» o «portate bien», les provoca a los estudiantes una
conducta reactiva.
El objetivo del Rincón de Calma es de transmitirle al niño inquieto o agresivo la calma necesaria
a través de una respiración profunda, ponerlo a contar hasta diez y preguntarle que le gustaría
explorar de los recursos que tienen a mano, hasta lograr serenarlo o aplacar su ansiedad.
Se estima que el período a durar en el espacio para calmarlo debe ser de diez a quince
minutos, luego de que esto se logra se procede a conversar con él para enseñarle a identificar
sus emociones, si se siente enojado, triste, saber que siente en su corazón y cabeza y así
poder orientarlo para que sepa manejarlas adecuadamente.
Este especial espacio físico también puede ser también ubicado en el hogar, en el que se
pueden utilizar tarjetas de emociones, peluches, reloj de arena y es consejable no utilizarlo
como castigo, sino como un espacio de acompañamiento.
En fin, de lo que se trata es de poder aprovechar todos los recursos posibles para fomentar la
disciplina positiva en las aulas y lograr mantener una conviviencia armónica, que permita que el
grupo de estudiantes se convierta en un gran equipo promotor de paz.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia