Sagrado Corazón de Jesús
Por Leonor María Asilis
Rincón Digital
Hoy pretendemos, a pesar de nuestras limitaciones, abundar un poco sobre el Corazón más grande que existe, el que encierra en su interior a todos los corazones y el que en el tiempo de su existencia sobre la tierra, se entregó por amor hacia nosotros hasta morir en una cruz. Nos referimos, al Corazón de Jesús.
Este corazón está impregnado del Amor infinito, del que es capaz de transformar de forma radical y feliz a todo el que le es próximo, con las particularidades especiales de que no es excluyente, por el contrario nos ama a todos sin condiciones y nos espera continuamente, a cada momento para colmarnos de su amor.
Y es que el amor es activo, nunca está ocioso. Siempre busca la forma de agradar al que ama, de sanarle, y animarle.
El corazón de Jesús es infinitamente compasivo, como vemos en las bellas páginas del Evangelio y en nuestra propia vida. Sólo basta conocerle, interesarse por Él, por corresponder a su amor.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.
Debemos vivir recordándolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades…).
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús tiene su origen en la manifestación dada a Santa Margarita María de Alacoque, la cual encierra muchas promesas.
Nos hacemos eco de una linda Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús:
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies, renovamos alegremente la Consagración de nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía, el Jefe protector de nuestro hogar, el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa, a nuestros vecinos, parientes y amigos. Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades. Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense, de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.