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San Agustín el águila de Hipona
Por Leonor Asilis
Rincón Digital
Se acerca su fiesta el 28 de agosto, un día después de la celebración de Santa Mónica, su madre. A ella atribuyó su conversión gracias a su oración intensa y cargada de lágrimas.
Agustín, fue un inquieto buscador. Aun desde su juventud y a pesar de haber andado errando en su búsqueda, no descansó hasta toparse cara a cara con El: Jesús: Camino, Verdad y Vida.
En tal sentido, invita a que amemos la verdad, que la busquemos y la encontremos.
Por esto, también arguye a favor de la falta de diligencia en encontrarla.
Veamos sus palabras: “El hombre debe esforzarse por evitar la ignorancia, la cual es culpable, porque ignora por su descuido, lo que, puesta la debida diligencia, debiera saber.
«El Señor, mi Dios, instruye al que en El cree, y consuela al que en El espera, exhorta al que le ama, presta su ayuda al que se esfuerza y escucha al que le invoca.»
Continúa diciendo:
«No se te imputa como culpa la ignorancia involuntaria, sino tu negligencia en averiguar lo que no sabes”.
Theodore Tack en el prólogo de su libro: “Si Agustín viviera” dice: “Han transcurrido dieciséis siglos (ya son 17) desde la fecha de su nacimiento, 354 d.C., y aunque gozaba de amplia notoriedad en la Iglesia de su época, se le conoce aún mejor y se lee con mayor profundidad y despliegue en nuestros días. En la actualidad sigue siendo uno de los autores a nivel mundial sobre el que existe más bibliografía. Este dato lo podemos confirmar en el internet. Basta escribir su nombre en un buscador y vemos páginas enteras hablando de su vida y de su obra.
San Agustín, también alcanzó el orden episcopal. Su actividad como Obispo de Hipona fue enorme y variada. Predicó en todo tiempo y en muchos lugares, escribió incansablemente, polemizó con aquellos que van en contra de la ortodoxia de la doctrina cristiana de aquel entonces, presidió concilios y resolvió los problemas más diversos que le presentaban sus fieles. Se enfrentó a maniqueos, donatistas, arrianos, académicos, etc.
Su gran humildad se reflejan en estas palabras con que él dio fin a su grandiosa obra: “Pienso haber saldado, con la ayuda de Dios, la deuda contraída. Aquéllos a quienes le parezca que me he quedado corto o que me he excedido, han de perdonarme. Y quienes crean que lo hecho es lo justo, no me lo agradezcan a mí, sino a Dios conmigo”. (XX, 30,6).
San Agustín no siempre fue Santo. Desde joven anduvo errante saltando de herejía en herejía pero luego gracias a su conversión pudo combatirlas gracias a la luz del Espíritu Santo trayendo muchos a la luz de Cristo a través a través de las escrituras y la forma excelente en que las explicaba.
Puedo decir junto a muchos que en él se cumplió la exhortación de San Pablo de dar razón de su fe. Argüía a tiempo y a destiempo.
Asimismo podemos inferir que no solamente fueron beneficiadas las almas qué vivían en su época sino otras muchas más qué le sucedieron en el tiempo. Sus escritos son referencia importante en los estudios teológicos todavía.
Resalto de forma especial la tesis doctoral qué hizo el Papa Benedicto XVI sobre su obra y que decir de tantas almas que se han convertido gracias a la lectura de sus escritos sobre todo el de su autobiografía titulada Confesiones considerada como un Best Seller de todos los tiempos.
También que les escribe fue bendecido a leer sus múltiples páginas.
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