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Según neurocientífica cognitiva Sarah-Jayne Blakemore los adolescentes no son sólo las hormonas: Sufren cambios rápidos de sus circuitos cerebrales
Estados Unidos.- ¡Adolescentes! Se pasan el día con los iPods y tienen relaciones sexuales sin protección. Usan redes sociales de las que ni siquiera hemos oído hablar y son máquinas hormonales ambulantes. Es fácil burlarse de ellos y sus decisiones aparentemente tontas. Pero, según dice la neurocientífica cognitiva Sarah-Jayne Blakemore, el cerebro adolescente no es algo de lo que reírse.
En Inventándonos a nosotros mismos: la vida secreta del cerebro adolescente, Blakemore desafía a los adultos a tomar en serio a los chicos y sus cerebros en crecimiento. Su libro explica qué sucede dentro de la cabeza durante la adolescencia: un complejo período de cambio neurológico que es fundamental para la madurez.
Blakemore analiza la ciencia más actualizada sobre el desarrollo del cerebro adolescente. Resulta que gran parte de lo que hace que los adolescentes parezcan tan adolescentes no se debe a sus hormonas sino a sus circuitos cerebrales, que cambian rápidamente. La mente maleable continúa desarrollándose durante la adolescencia, consolidando la personalidad, las preferencias y los comportamientos.
Algunas de estas conductas —incluida la asunción de riesgos y la incomodidad ante sí mismos— pueden parecer relacionadas con la presión social. Pero, escribe Blakemore, en realidad son signos de desarrollo cerebral. Con la ayuda de datos de estudios que muestran al cerebro adolescente en acción, conecta el desarrollo del órgano con todo tipo de cosas, incluido el autocontrol y la depresión.
Todavía hay mucho que aprender sobre el cerebro y los científicos no entienden completamente cómo cosas como la genética afectan su desarrollo. Pero lo que sí sabemos, dice Blakemore, es que puede ayudar a que los adultos sean más compasivos con los adolescentes y puede nutrir políticas educativas y sociales que funcionen con sus cerebros, no en contra de ellos.
«El cerebro adolescente no es un cerebro adulto disfuncional o defectuoso», escribe. Es «una lente a través de la cuál podemos comenzar a vernos a nosotros mismos de nuevo». Se trata de un momento tempestuoso, impresionable y dinámico de la mente. Y la autora cree que vale la pena estudiarlo.
Fuente: Erin Blakemore, especial para The Washington Post