Semana Santa: Tiempo de reflexión
Promoviendo la Paz
Yanira Fondeur
Con la festividad religiosa del Domingo de Ramos iniciamos ayer la Semana Santa, en que además de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesús, también constituye un tiempo oportuno de reflexión para evaluar nuestro accionar y conducta personal y ciudadana, que confluyen en lograr tener una sociedad cada vez más pacífica, justa y respetuosa de los demás.
En esta Semana Mayor, sin importar el destino elegido, ya sea disfrutar en el hogar, la playa o la montañas de nuestra maravillosa isla caribeña o fuera de ella, cabe la posibilidad de preguntarnos qué tanto estamos haciendo para promover acciones de paz y amor en una sociedad y un mundo tan convulsionados por hechos violentos.
Es preciso recordar que obramos como mejores personas al practicar valores de empatía, tolerancia, respeto y solidaridad, entre otros, los que nos permitirán dar solución eficazmente a cualquier conflicto cotidiano.
Por ejemplo, si usted es objeto de una agresión verbal, en sus manos está la actitud que puede tomar y la respuesta que podría tener: Si decide responder de igual forma, de seguro que generará mayor violencia, peor conflicto y más complicada la solución.
En cambio, si adopta una actitud sabia de escuchar, tener autocontrol y responde en forma calmada, haciendo uso de la inteligencia emocional, además de exhibir una actitud que le llenará de satisfacción personal de seguro que constituirá una lección de vida para quien inició una acción violenta.
Trabajar en la construcción de una convivencia pacífica implica predicar con el ejemplo una conducta del buen trato, sin importar las circunstancias que puedan presentarse.
Si le gritan, conteste en tono bajo y demostrará que el diálogo es una herramienta eficaz de entendimiento.
Si le ofenden, sólo recuerde que es único y especial y solo usted es quien da el permiso para que la otra persona le haga sentir mal.
Si le critican, aprenda de ellas, que cuando son positivas contribuyen al crecimiento y si son malsanas opte por no prestarle atención.
Si no recibes la solidaridad esperada, piensa con firmeza que cuando algunas puertas se cierran otras mejores se abren.
Si siente que no le dedican el tiempo suficiente, reflexione cuál es su actitud cuando otras personas se le acercan para comentar algo.
Si no se siente reconocido por los demás, reflexionemos que hemos de obrar con humildad para contar con una mejor sociedad y que le quede la satisfacción personal de contribuir en ello.
Si se enferma, en lugar de lamentarse cuestionándose por qué a mí, reflexione para qué a mí, porque todo en la vida tiene un propósito y siempre debemos dar lo mejor de sí para vivir con más plenitud, paz y felicidad.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia, Inc.