“Siempre soñé con volver”, sobre distinción a egresados del Liceo Jaime Molina Mota de Villa Tapia
Por Margarita Quiroz
El jueves que recién acaba de finalizar se convirtió en uno de los días más memorables de mi vida y la de mi hermano, Fernando Quiroz. Ese 20 de febrero, se nos permitió regresar al espacio donde tuvimos el privilegio de cursar el bachillerato: el liceo Jaime Molina Mota de Villa Tapia, junto a otros 14 egresados sobresalientes.
Ahí, nos esperaban parte de nuestros queridos maestros, Lorenzo Sosa (Español); Francisca Rosario, (Español); Patria Tejada, (historia), Lourdes Rosario (Física) y Jesús Antonio Roque (Química). Joseh Tejada (Matemáticas) y Efrady Jorge, (Francés) no pudieron asistir.
La emoción fue indescriptible. Con sólo entrar al hoy nuevo plantel los hermosos recuerdos de cuando éramos bachilleres retumbaron en nuestras memorias. Las ganas de llorar no se reprimieron, pese al enorme esfuerzo por controlar el noble sentimiento.
En lo particular, me visualicé con las libretas en manos, ataviada del uniforme de blusa azul y falda crema, y peinada con dos trenzas elaboradas en un pelo aun no alisado por los químicos.
A la primera que ví fue a Francisquita, como le decíamos – tal vez por su tamaño- ¡y qué les cuentos, los lentes se me nublaron! La amada profesora de Español nos esperaba paciente y bondadosa como la veíamos en aquellos días de principios de los noventa.
Previo, mi hermano, su esposa Iranna y yo, fuimos recibidos de forma muy cordial por dos jovencitas que se identificaron como parte del protocolo, y, por Olga, una de nuestras compañeras de estudios, que labora en el centro educativo.
Sandy Goris Solano, el director actual, fue el responsable de que viviéramos esta hermosa experiencia. Se nos dijo vía teléfono: “Estamos celebrando los 45 años del liceo Jaime Molina Mota y queremos que vengan a hablar con los estudiantes de su paso por acá y sus logros como profesionales”.
De inmediato pensé: “Siempre soñé con volver”, aunque no lo confié a Sandy, no estaba segura si podría, por los tantos compromisos. ¡Que bueno que pudimos asistir!
La llamada de Sandy fue “un gancho”, como decimos en buen dominicano. La idea era más bien reconocernos como “estudiantes sobresalientes y por la destacada trayectoria académica y profesional”, eso dice la placa.
Ese día quedó marcado en nuestros corazones. Mi hermano y yo hemos recibido varios reconocimientos sociales. Mi hermano, incluso, un premio Soberano, en 2014, por su documental “Las Expediciones de Junio: Hacia la Libertad o la Muerte”, pero, como bien él expresó, éste lo llenó de mayor satisfacción. Un sentimiento compartido.
Junto a nosotros, 14 egresados más celebraron sus logros como estudiantes y profesionales destacados: Robert Martínez, Oliver Bidó Medina, William Salcedo, Quibian Castillo, Huascar Jorge, Atahualpa Mejía, Mari Stella Sosa, Xiomara Severino, Luis Enrique Rosario, Johanna Soledad García, Luis Fermín Villar, Sonia Ivelisse Henríquez, Lucía Toribio Sosa y Jiseel Fernández Cáceres.
El liceo Jaime Molina Mota tiene el mérito histórico de ofrecer muchos y valiosos frutos a la sociedad. Fue fundado en 1974, su precursora fue la licenciada Lilian Mercedes Ventura, primera directora y oficializado mediante la ley 1-76 del año 1979, gracias a la gestión del licenciado Pedro Antonio Tejada.
Como institución educativa inicia sus labores en 1970, adscrito al liceo Emiliano Tejera de la provincia Hermanas Mirabal, funcionando con cuatro secciones, cinco maestros y 150 estudiantes, en la casa club San Rafael.
Allí, estudió la Promoción 92, a la cual pertenecemos mi hermano y yo, compuesta por un grupo de jóvenes inteligentísimos, competitivos y emprendedores, que hoy día están diseminados por el país y el mundo ofreciendo su talento, trabajo e integridad como ciudadanos.
Sólo resta dar las gracias por esta hermosa experiencia a Sandy, por la convocatoria, y a nuestros profesores, por sus valiosos consejos y enseñanzas.
Gracias, Yasmín y Wendy, nuestras compañeras de estudios, que también laboran como maestras en el liceo, por hacernos sentir en casa.
Y… gracias por el rico almuerzo.
(Tomado de www.eldigital.com.do)