La Bienal Internacional de Arquitectura y Urbanismo de República Dominicana premia la
Un Sábado Santo carente de paz
Yanira Fondeur
Promoviendo la Paz
La paz y sosiego que debió imponer la Semana Santa fue violentada el pasado sábado, cuando a la nación se le informó del asesinato de la comunicadora Chantal Jiménez por su expareja, que tras denunciar y retirar la querella, mantenía arma de fuego y deplorablemente terminó pasando a las estadísticas de feminicidios íntimos del presente año.
Amables lectores, aún una víctima de violencia retire una querella, como pasa regularmente ya sea por miedo o por dependencia económica, los fiscales están llamados a continuar el caso por ser un delito de acción pública, es decir que el proceso judicial no depende de la decisión de la víctima.
Nada justifica que, un agresor de alta peligrosidad,por haber intentado previamente el asesinato de Chantal, fuese dejado en libertad con posesión de arma de fuego, cuyo porte desconocemos si estaba legal o no.
Desde hace más de 13 años vengo escuchando a expertos en aclarar que la pasión no motiva el asesinato, razón por la cual no podemos etiquetar lo acontecido como un crimen pasional, como erróneamente todavía piensa una parte de la población.
Lo cierto es que, se trata de violencia machista, esa que con premeditación decide manipular, controlar o dominar en razón de que considera que la pareja le pertenece y pensando erróneamente que “si no es mía no será de nadie”.
Luis Vergés, reconocido psicólogo y director del Centro de Intervención Conductual para Hombres,en un estudio que hizo el año pasado sobre “Radiografía de los indicadores en hombres con conductas violentas en el país”, encontró que el 62 por ciento de los denunciados fueron educados con castigos físicos y el 31 por ciento argumentaba que “ella se lo buscó”.
Los agresores machistas, según dicho estudio, en un 70 por ciento estuvieron vinculados al trabajo infantil, obstruyendo su desarrollo, además de presentar baja tolerancia, dificultades de auto control y carecer de cuidados y de un clima de aceptación en sus hogares.
Ahora bien, cabe preguntarnos ¿cómo podemos disminuir la alta violencia contra las mujeres que existe en el país? Con educación para fomentar una masculinidad respetuosa y consciente de que las niñas tienen los mismos derechos que los niños.
Como progenitores o tutores tenemos que educar a través de la crianza positiva, comprometiéndonos a modelar con el mejor de los ejemplos diariamente y no entender que es sólo en los centros educativosque debe abordarse convivir pacíficamente, aunque constituyen los segundos hogares.
Luego de acontecida la tragedia, queda esperar que el sistema de justicia ha de optimizar todos sus protocolos, brindar seguimiento oportuno y eficaz a las órdenes de protección y sancionar a quienes lasincumplan.
Los legisladores han de jugar su rol para conocer y aprobar una ley orgánica integral que declararía prioridad nacional la erradicación de esta grave problemática social, condenaría mayor tipos de violencia, unificaría estadísticas y protocolos de acción.
No se trata de números fríos, cada asesinato de una mujer representa una tragedia para dos familias, pensemos en sus huérfanos y en la injusticia de no contar con su derecho a vivir en paz.
La autora es la presidenta de la Fundación Vida Sin Violencia
@Yanira_Fondeur