Una mujer está sola
ViBa La Comunicación
Vilma Batista
«De poetas y locos todos tenemos un poco“, afirma un refrán popular y justamente hace unos días celebramos en nuestro país el día dedicado a los traductores de lo sublime.
Cada 21 de octubre es el Día Nacional del Poeta, fecha escogida para conmemorar el natalicio de la poetisa dominicana Salomé Ureña de Henríquez.
Celebrar la poesía, tan necesaria en momentos desafiantes y convulsos, se nos pasó sin mayor pena ni gloria.
Preferimos quizás en esa fecha dar seguimiento a noticias sangrientas, hechos delictivos, y corrupciones añejadas.
Quisiera pensar que todavía podemos tener paz en la tormenta y desintoxicarnos de realidad para soñar en lo porvenir con la poesía.
Vaya mi felicitación a los poetas que sobreviven aferrados con entusiasmo a lo que su alma, corazón y mente nos comparte intimamente.
Comparto el poema que ha sido fiel compañero y cada vez que le leo me revela una nueva yo, como fantaseo que quizás era la intención de la gran Aida Cartagena Portalatin al escribirlo en los años 50, otra poetisa dominicana, a la que tuve el honor y privilegio de conocer poco antes de fallecer estando en el colegio a principio de los 90.
Una Mujer está Sola
Una mujer está sola.
Sola con su estatura.
Con los ojos abiertos.
Con los brazos abiertos.
Con el corazón abierto como un silencio ancho.
Espera en la desesperada y desesperante noche
sin perder la esperanza.
Piensa que está en el bajel almirante
con la luz más triste de la creación
Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte
con la figura acelerada ante los ojos del amor.
Una mujer está sola.
Sujetando con sus sueños sus sueños,
los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas.
Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana, móvil, a la deriva, perdido el sentido
de la palabra propia, de su palabra inútil.
Una mujer está sola.
Piensa que ahora todo es nada
y nadie dice nada de la fiesta o el luto
de la sangre que salta, de la sangre que corre,
de la sangre que gesta o muere en la muerte.
Nadie se adelanta ofreciéndole un traje
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose.
Una mujer está sola.
Siente, y su verdad se ahoga
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa,
de la estrella, del amor, del hombre y de Dios.