Una periodista se desintoxicó durante 3 meses de su adicción a Facebook y contó lo que le pasó
Estados Unidos.- ¿Se atrevería a abandonar Facebook? ¿Tiene alguna idea de lo que puede suceder si decide hacerlo? La escritora del Huffington Post Irene Pedruelo ha decidido hacer el experimento después de autodiagnosticarse como una «adicta» a la plataforma creada por Mark Zuckerberg.
«Entrar en Facebook se había convertido en un acto reflejo que ejecutaba con facilidad a todas horas y en cualquier lugar. La mayoría de veces no recordaba haber entrado y carecía de recolección alguna respecto de lo visto», relata la también periodista sobre el momento en el que decidió que debía «rehabilitarse».
Pero su vínculo con la red social no siempre había sido tan conflictivo. Pedruelo se remonta a una época dorada -¡ocurrida hace menos de diez años!- en la que apenas había superado el juego de la víborita en esos pequeños telefonos celulares grises, y Facebook gozaba de buena salud y aún mejor reputación: «Durante los primeros años mantuvimos una relación cordial. Apenas posteaba fotos…».
La red social se presentó como una oportunidad para dar rienda suelta al narcisismo, explica la escritora, y parecía que el sueño de Zuckerberg nacido en una residencia de Harvard de «conectar al mundo» finalmente se estaba volviendo realidad al conquistar a más de dos mil millones de usuarios.
Entonces recién comenzaban a emerger los primeros síntomas de lo que después se convertiría en una regla: la adicción a una plataforma que, sin embargo, cada vez se encontraba más lejos de los usuarios y más cerca de los anunciantes.
«Convencida de que solo yo (y mi debilidad de carácter) eran los responsables de mi adicción, decidí dejar Facebook y darme un plazo de tres meses para reevaluar mi relación…», escribe Pedruelo sobre el momento en el que, finalmente, descubrió que tenía que hacer algo para resolver su problema.
Lo que la periodista no sabía en ese momento era que Facebook no iba a rendirse tan fácilmente. Durante las siguientes semanas comenzó a recibir el impacto de la artillería pesada. Desde un email que decía: «Han pasado muchas cosas desde la última vez» junto a un resumen de sus mensajes sin leer, invitaciones a eventos, actualizaciones de grupos y «likes», hasta el tentador: «Irene, ¿viste el comentario de Vic C. en el estado de Fran R.?».
A los emails diarios se sumaron los mensajes de texto, que a veces llegaban de a dos por día. «El algoritmo de Facebook parece haberse aficionado al recurso de la intriga», dispara la periodista sobre el tono de los mensajes recibidos.
«Lo que empezó como un ejercicio de desintoxicación auto-impuesto por mi aparente incapacidad de autocontrol, pronto se convirtió en un experimento por comprender el ethos y los valores de Facebook», agrega Pedruelo, quien aún no ha vuelto a usar la red social.
Con la certeza de que se trata, entonces, más de los métodos de funcionamiento de la plataforma que de un «problema» de millones de millennials, la autora se atreve a abrir un interrogante que puede sonar peligroso: ¿Debemos volver a los antiguos teléfonos que no soportaban aplicaciones, los llamados troncomóviles, o, simplemente, nos resignamos y aceptamos que no tenemos remedio?
Fuente: infobae.com