Meditando junto a San Francisco de Sales: «En las fuentes de la Alegría»
Por Leonor Asilis
Rincón Digital
Así se titula un libro pequeño que expone los fundamentos de una vida sencilla, alegre y plena propuestos por San Francisco de Sales. San Francisco, en su tiempo fue Obispo de Ginebra y Cofundador de la Congregación de la Visitación.
En el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros famosos del santo: «Las controversias»(contra los protestantes); La Introducción a la Vida Devota» (o Filotea) y El Tratado del Amor de Dios (o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son verdaderos tesoros de sabiduría, declaró a San Francisco de Sales «Doctor de la Iglesia» , siendo llamado «El Doctor de la amabilidad».
Su Santidad Juan Pablo II en una alocución sobre su vida dijo: ……San Francisco de Sales, consejero de Papas y de príncipes, dotado de grandes cualidades espirituales, pastorales y diplomáticas, fue un hombre de unidad en una época en que las divisiones constituían una herida en el costado de la Iglesia.
Se preocupó, en particular, por restablecer la unidad de su diócesis y por mantener la comunión en la fe, basando su acción en la confianza en Dios, en la caridad que todo lo puede, en la ascesis y en la oración, como subrayó en un auténtico discurso programático poco después de su ordenación sacerdotal, puesto que -decía- es así como debemos vivir la regla cristiana y comportarnos verdaderamente como hijos de Dios.
Más tarde explicaría lo que es en verdad la caridad teologal: «La caridad es un amor de amistad, una amistad de dilección, una dilección de preferencia, pero de preferencia incomparable, soberana y sobrenatural, que es como un sol en toda el alma para embellecerla con sus rayos, en todas las facultades espirituales para perfeccionarlas, en todas las potencias para moderarlas, y en la voluntad, como su sede, para residir allí y hacer que quiera y ame a su Dios sobre todas las cosas» (Tratado del amor de Dios: Obras Completas, IV, p. 165”).
Ahora, dejemos que sean las mismas palabras de San Francisco de Sales que nos hablen al Corazón: “Se paciente con todo el mundo, sobre todo contigo mismo”. Nos sugiere que seamos amables con nosotros mismos, y a la vez nos aconseja que no debemos alarmarnos y desanimarnos con nuestras caídas, sino por el contrario, a levantarnos después de ellas..
En otras palabras, que entendamos de una vez por todas que la caridad hacia nosotros mismos nos conduce hacia la caridad y amabilidad hacia los demás. Se trata por supuesto de cumplir el mandamiento: Amaras a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo.
Cuando la gente se le acercaba angustiada para preguntarle que debían hacer para ser santos, les decía con gran sabiduría: “No desees ser sino lo que tú eres e intenta serlo a la perfección”.
Insistía: “La tentación más frecuente en las personas preocupadas por su progreso espiritual es que bajo el pretexto de una influencia apostólica más grande, el demonio le hace desear una ocupación distinta a la suya”. Para hacerle entender esta gran lección a una de sus discípulas, le puso de ejemplo esta fabula: Decía que una vez alguien al ver una linda estatua, se detuvo a hablar con ella.
Le preguntaba que siendo tan bella obra de arte debería de andar por el mundo y conocer sus maravillas. En otras palabras, que se estaba perdiendo de grandezas insospechadas a su imaginación, intentando provocar en la tranquila estatua un sentimiento de inconformidad, lamento y rebeldía.
Sin embargo, cual fue la sorpresa! La estatua, oronda y orgullosa le replico diciendo: Soy feliz porque mi Creador me hizo como quiso que fuera y me ha colocado donde quería que estuviese y no aspiro nada más que complacerlo! Gran enseñanza que nos revela el verdadero propósito de nuestras vidas.
Sencillamente, hacer la voluntad de Dios, sobretodo alegremente…. Sobre como conquistar almas a la sana doctrina, también nos dio una fórmula: “Yo he repetido con frecuencia que la mejor manera de predicar contra los herejes es el amor, aun sin decir una sola palabra de refutación contra sus doctrinas». Finalizamos con una de sus más bellas frases la dedica al amor: «La medida del amor es amar sin medida».