El Feminismo del siglo XXI
Desde mi Perspectiva
Alliett Ortega
Esta semana en desde mi perspectiva, y nuestro primer artículo del 2018, quiero abordar un tema prioritario para el mundo, y más para República Dominicana, y es avanzar en una igualdad de género, donde se disminuyan las inequidades, la violencia de género, y es por esto que la lucha feminista debe orientarse hacia un enfoque más integrado, es por esto que hablamos de un feminismo del siglo XXI, pero qué significa esto?; Somos muchas mujeres las que nos lo preguntamos sin hallar una respuesta única; es por esto que definiremos que es el feminismo, el cual no es más que un conjunto heterogéneo de movimientos, políticos culturales, económicos y sociales que tienen como objetivo la liberación de las mujeres y la reivindicación de sus derechos, así como cuestionar la dominación y la violencia de los hombres sobre las mujeres y la asignación de roles sociales según el género. La influencia del feminismo ha conseguido cambios en ámbitos como el voto femenino, la igualdad ante la ley y los derechos reproductivos, entre muchos otros. En su vertiente intelectual, la teoría feminista también ha influenciado la teoría crítica, dando lugar a los estudios de género. La práctica del feminismo cumple casi dos siglos y medio de historia, originando muchos logros que nos encaminan a lograr una sociedad más igualitaria; y es que la desigualdad de género se manifiesta de muchas maneras : desde la brecha salarial en nuestro país, la violencia de género, la ausencia de iguales derechos para las mujeres, aún estando previstos en la constitución, y en la Estrategia Nacional para el desarrollo , el sexismo, y la violencia en el lenguaje, en la música, nos están llevando a un aumento de esta desigualdad muchas veces sin darnos cuenta, y es que debemos de enfocarnos más en la educación, uno de los grandes retos, y no dormirnos en los laureles, y pensar que estamos alcanzando una sociedad más igualitaria cuando no es el caso.
Debemos de evitar caer en actitudes dogmáticas que, por excesivamente victimistas o excluyentes, generan rechazo entre muchas mujeres que terminan por no identificarse con la causa feminista, y es que se ha vendido un enfoque feminista que rechaza la maternidad, el rechazo al hombre, la belleza femenina, y otros valores tradicionales de la mujer, a los que no necesariamente queremos renunciar, es por esto que cada vez menos mujeres jóvenes, o adultas se definen feministas; ante esta realidad surgen nuevas corrientes más conservadoras que abogan por la complementariedad de los sexos, que debe regirse por los mismos principios –la autosuficiencia absoluta o nuestra capacidad reproductiva–, las feministas del siglo XXI, ven los hombres, y mujeres como un colectivo de personas con vidas y aspiraciones diversas, unidos en una lucha común por la igualdad de condiciones y oportunidades de mujeres y hombres. Entre ellas, la de, como mujeres, elegir libremente nuestro modo de vida sin miedo a ser juzgadas socialmente, sea como madres, trabajadoras, solteras o las tres cosas a la vez. O, como hombres, la de asumir papeles y tareas tradicionalmente femeninos sin ser estigmatizados por la sociedad. No se puede redefinir el papel de la mujer sin redefinir el del hombre.
No por menos en el 2017, en el Merriam-Webster se le otorga el honor de “Palabra del año” al término ‘Feminismo’’, con mayor aumento de búsquedas en comparación con el año anterior.
El gran logro de la lucha feminista no ha sido sólo liberar a las mujeres; los hombres también se benefician y se han beneficiado de estos triunfos sociales. Por ejemplo, ya no tienen la pesada carga de ser el único proveedor de recursos para la familia, y tienen la suerte de relacionarse con mujeres autónomas que ya no dependen económicamente de ellos. Gracias a la lucha feminista, pueden por fin responsabilizarse de su papel como padres y compañeros, asumir parte de las tareas domésticas, y pueden criar y educar a sus hijos. Los logros más importantes, entonces, se están llevando a cabo en el terreno de lo personal, es decir, en las relaciones entre las personas, en su vida cotidiana. En la conquista de la autonomía, la independencia, el cuidado mutuo, el compartir desde una posición de igualdad.
Sin embargo, queda mucho por lo que luchar aún. En todo el mundo las mujeres siguen haciendo doble jornada laboral obligatoria porque aún la gran mayoría de sus compañeros no se han responsabilizado de sus tareas domésticas, las mujeres cumplimos una función doble: productiva (en el campo, en las fábricas, en las oficinas), reproductiva (creación y mantenimiento de la familia), aun nos siguen discriminando porque todas las actividades esenciales para la supervivencia de los hogares son escasísimamente valoradas. Todas las actividades consideradas “femeninas” quedan excluidas del cómputo económico que valora la producción de riqueza de un país. Es por esto que más que antes debemos de continuar la lucha hacia una sociedad más igualitaria, no sin perder el enfoque de que hombres, y mujeres somos diferentes, pero con los mismos derechos. Hasta una próxima entrega.