El Impacto de una Lectura
Por Leonor Asilis
Hoy quiero compartir la Palabra que me tocó compartir en mi comunidad, el pasado lunes 18 de noviembre, en la Capilla de Casa San Pablo.
La experiencia fue profunda y transformadora. Sentí claramente el llamado de Dios a que revivamos el amor primero, ese amor que nos conecta con nuestra esencia más pura.
Sin exagerar, esta Palabra nos interpela e impacta cual tsunami del Espíritu Santo en nuestras almas en cuestión de minutos. Esta reflexión nos pueda reencauzar nuestras vidas con Él al timón, Dios al mando
Disfrutemos juntos de la Palabra.
Comienzo del Libro del Apocalipsis
Apoc 1, 1-4; 2, 1-5
Ésta es la revelación que Dios confió a Jesucristo, para que manifestara a sus siervos lo que debe suceder en breve, y que fue comunicada, por medio de un ángel, a su siervo Juan. Él narra lo que vio y afirma que es palabra de Dios, testificada por Jesucristo. Dichosos aquellos que lean y escuchen las palabras de esta profecía y pongan en práctica lo que en ella está escrito, porque el tiempo señalado está cerca.
Yo, Juan, les deseo gracia y paz a las siete comunidades cristianas de la provincia de Asia, del que es, del que era, y del que ha de venir, así como de los siete espíritus que están ante su trono.
Oí la voz del Señor que me decía: “Escribe al encargado de la comunidad cristiana de Éfeso: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y camina entre los siete candelabros de oro:
‘Conozco tus obras, tu esfuerzo y tu paciencia; sé que no puedes soportar a los malvados, que has puesto a prueba a quienes se llamaban apóstoles sin serlo, y has descubierto que son mentirosos. Eres tenaz, has sufrido por mí y no te has rendido ante la fatiga. Sin embargo, tengo algo en tu contra: ya no tienes el mismo amor que al principio. Recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a actuar como lo hacías antes’.”
Quiero compartir una breve reflexión que, antes que, a ustedes, me dirijo a mí misma.
No debemos dejar de mirar hacia Él. Al hacerlo, se convierte en nuestra obligación amarle, seguirle y servirle.
No permitamos que lo efímero y lo superficial nos distraigan.
Aspiremos a apoyarnos en Jesucristo, la roca firme, el Eterno.
Caminemos tras sus huellas.